Renta fija: ¿qué es un bono?
Para entender la renta fija es necesario entender lo que es un bono.
Un bono es un instrumento que representa un préstamo. Quien es dueño de un bono (“bonista”) tiene el derecho a recibir de la compañía (o Gobierno) que lo emitió intereses y amortizaciones según un calendario predefinido.
Cuando una compañía necesita fondos, por ejemplo para realizar una inversión, puede emitir un bono. Y los inversionistas como tú y yo podemos comprarle esos bonos a la compañía.
De esta forma, la compañía está recibiendo tu dinero y a cambio tú recibes el derecho a recibir intereses y amortizaciones por el dinero que le entregaste. En otras palabras, le hiciste un préstamo a la compañía.
La gracia de un bono, es que luego puedes venderlo en el mercado secundario (es “líquido”). De esa forma, si por ejemplo no quieres seguir corriendo el riesgo de que la compañía no pueda pagarte los intereses puedes deshacerte del bono y vendérselo a alguien que esté dispuesto a comprarlo.
La diferencia entre un préstamo bancario y un bono es que el bono es un instrumento que se emite al mercado mientras que un préstamo bancario es un préstamo que el banco le hace directamente a la compañía.
Por último, los bonos no son exclusivos de compañías. También existen bonos soberanos (Gobiernos se endeudan pidiéndole fondos al mercado a cambio de intereses futuros).
Elementos de un bono
- Principal: es el monto que se le prestó a la compañía que emite el bono.
- Interés: es la ganancia que obtiene el inversionista por comprar el bono. Para la compañía que emitió el bono los intereses son un gasto.
- Amortización: es el pago que hace la compañía para devolverle el principal al inversionista. Esto no es un gasto para la compañía ni una ganancia para el inversionista. Si recuerdas la ecuación contable, una amortización para el inversionista es cambiar un activo (deuda a su favor) por otro (dinero en efectivo) y para la compañía es disminuir un pasivo (deuda con el inversionista) a cambio de disminuir un activo (menos efectivo). En ambos casos el patrimonio no cambia
- Cupón: es la suma de los intereses más amortización que la compañía paga en un momento determinado.
- Tasa cupón: es la tasa de interés que la compañía paga sobre el principal. Si el principal es $100 y la tasa cupón es 5%, la compañía pagará intereses por $5.
Tipos de bonos según la forma de amortizar
Existen varias formas distintas en que los bonos amortizan el principal.
Bonos bullet
Este tipo de bonos paga intereses de forma periódica pero solo amortiza en el último pago.
Para que la compañía pueda hacer frente a ese gran pago final muchas veces deberá hacer un refinanciamiento. Es decir, deberá emitir un nuevo bono para poder pagar el anterior.
El calendario de pago de un bono bullet a 5 años, por un monto de $100 y una tasa de 10% anual se vería de la siguiente forma.
Bonos "amortizing"
Son bonos que a diferencia del bullet, sí van amortizando a lo largo del tiempo. Normalmente el calendario de amortización se hace personalizado para que se adecúe a la realidad de la compañía.
Dado que con el paso del tiempo el principal va disminuyendo, los intereses también lo van haciendo (recuerda que los intereses se calculan sobre el principal).
El calendario de pago de un bono amortizing a 5 años, por un monto de $100 y una tasa de 10% anual se vería de la siguiente forma.
Asume una amortización de $20 por año.
Bonos cero cupón
Aunque son menos frecuentes, existen bonos que consisten en un único pago que se realizará más adelante.
Estos bonos no van pagando intereses ni amortizaciones de forma periódica, sino que realizan un único pago de capital al final del período.
Dado que no pagan intereses, la ganancia para el inversionista se obtiene al comprar el bono a un descuento.
Por ejemplo, si un bono cero cupón por $110 expira en 1 año más y el inversionista lo compra hoy por $100 ganará un 10% de rentabilidad en 1 año.
El calendario de pago de un bono cero cupón a 5 años, por un monto de $100 se vería de la siguiente forma.
Riesgo de un bono vs una acción
Los bonos son menos riesgosos que las acciones. Y esto se debe a que una compañía en primer lugar le paga a los bancos y bonistas sus intereses y amortizaciones, y luego lo que “sobra” se lo lleva el accionista.
Por lo tanto, si la situación de una compañía se complica, el primer perjudicado será el accionista. Y cuando ya no quede nada para el accionista recién entonces deberían comenzar a haber incumplimiento de los pagos para los acreedores.
Esta preferencia económica para los acreedores explica que los bonos sean menos riesgosos que las acciones.
Riesgo de Crédito de un bono
Uno de los riesgos más relevantes de un bono es su Riesgo de Crédito.
El Riesgo de Crédito es el riesgo de que la compañía que emitió el bono no pueda cumplir con sus obligaciones de intereses y amortizaciones.
Mientras mayor sea el Riesgo de Crédito de un bono, mayor será la rentabilidad que se le exige.
Existen agencias que intentan medir el Riesgo de Crédito de ciertas compañías y Gobiernos.
Agencias clasificadoras de riesgo
Las agencias clasificadoras de riesgo son entidades reguladas por la CMF (Comisión para el Mercado Financiero) que realizan análisis del riesgo de crédito de los bonos.
Existen varias Agencias Clasificadoras. S&P, Fitch y Moody’s, por listar algunas, se dedican a esto.
La nomenclatura que usa S&P y Fitch para clasificar son idénticas. En ambas la mejor clasificación posible es “AAA” (triple “A”). Moody’s usa una nomenclatura levemente diferente, y la mejor clasificación posible es Aaa.
Las clasificaciones AAA, AA+, AA, AA-, A+, A, A-, BBB+, BBB y BBB- (o Aaa, Aa1, Aa2, Aa3, A1, A2, A3, Baa1, Baa2, Baa3 según Moody’s) son consideradas de Investment Grade (o Grado de Inversión). Y las clasificaciones desde BB+ (o Ba1 según Moody’s) hacia abajo son consideradas High Yield (o bonos basura).
Mientras mejor es la clasificación crediticia de un bono, menor es el retorno que se le exige.
Sin embargo es importante reconocer que las clasificaciones no son actualizadas instantáneamente frente a la nueva información que se haga pública al mercado. Es decir, las clasificaciones de riesgo tienen un “lag”.
La rentabilidad de un bono
En este artículo vimos que el valor de una acción depende de 2 factores:
- Dividendos futuros esperados
- Rentabilidad exigida
En el caso de los bonos es similar. La única diferencia es que los flujos futuros de un bono son conocidos. No hay que estimarlos, sino que basta con ver el calendario de pago del bono (llamado “tabla de desarrollo”) para saber cuánto va a pagar en cada fecha.
Esta certidumbre (junto con otros factores) hace que la volatilidad del valor de un bono sea significativamente menor que la de una acción.
Dado que sabemos con exactitud los flujos futuros de un bono, y dado que también sabemos el precio al que el bono transa en el mercado secundario, podemos calcular con precisión la rentabilidad que obtendremos si compramos el bono en el mercado secundario: tenemos el precio de compra y tenemos los flujos futuros.
Dado esto, en el mundo de la renta fija no se habla tanto de “a qué precio está el bono”, sino que “a qué tasa está transando el bono”.
Yield to Maturity
Y la rentabilidad a la que está transando un bono por lo general se mide con una métrica llamada “Yield to Maturity”.
El Yield to Maturity es la rentabilidad que obtendrías si compras el bono al precio actual y lo mantienes en tu portafolio hasta que se termine de pagar asumiendo que reinviertes a la misma tasa los pagos que vayas recibiendo.
Dicho de otra forma, es la rentabilidad que el mercado le está exigiendo a un bono.
¿Recuerdas cuando en este artículo revisamos algunos ETF de renta fija? Es posible ver el Yield to Maturity de esos ETF.
Por ejemplo, el AGG (ETF de renta fija de BlackRock) el 16 de marzo de 2021 tenía un Yield to Maturity de 1,5%, mientras que el BND de Vanguard tenía un Yield to Maturity de 1,4% el 28 de febrero de 2021.
Bastante bajos, ¿no?
Yield to maturity vs tasa cupón
No hay que confundir el Yield to Maturity con la Tasa Cupón.
El Yield to Maturity es la rentabilidad que obtiene el inversionista y depende del precio al que compre el bono en el mercado secundario. En cambio, la tasa cupón es independiente de lo que ocurra en el mercado secundario y se usa para saber el monto de intereses que la compañía pagará en cada fecha de pago.
Si la compañía emite un bono por $1.000.000 que vence en 1 año con una tasa cupón de 5%, deberá pagar intereses por $50.000 ($1.000.000 x 5%) independiente de lo que pase en el mercado secundario.
Ese 5% es la tasa cupón y queda fijada en el momento en que se emitió el bono.
En este ejemplo por simplicidad estamos asumiendo una tasa cupón fija, pero en la práctica la creatividad financiera da para mucho y existen varios tipos de tasas.
Existen también tasas flotantes, que dependen de una tasa de referencia. Por ejemplo un bono puede tener una tasa igual a la LIBOR + 3%. En este caso la LIBOR es una tasa interbancaria que cambia constantemente, y a ella se le puede sumar un margen (“spread”) adicional (en este caso un 3%).
También existen tasas fijas con step-ups (escalones), en que la tasa va aumentando cada cierto tiempo.
Sin embargo, después de haberse emitido el bono, puede que el bonista lo venda en el mercado secundario por un precio mayor o menor.
Si lo vende por $1.100.000 entonces el nuevo dueño de ese bono obtendrá una rentabilidad menor que 5% porque compró el bono a un precio mayor que el valor par (o el valor del principal). En realidad, en este caso el nuevo inversionista tendrá una rentabilidad negativa de -5% (compró el bono por $1.100.000 y va a recibir solo $1.050.000 en un año, es decir, perderá $50.000).
Y si el nuevo inversionista compra este bono por $975.000 su rentabilidad será mayor que un 5%.
Como se puede observar, siempre que el precio al que se compre el bono sea igual al valor del principal ($1.000.000 en este ejemplo), la rentabilidad del inversionista será igual a la tasa cupón (en este caso un 5%).
Sin embargo, si el precio al que se compra el bono es distinto del valor del principal, entonces la rentabilidad del inversionista será distinta que la tasa cupón.
Relación entre precio y tasa
En el ejemplo anterior también podemos ver que el precio tiene un comportamiento inverso a las tasas exigidas.
Recuerda que a diferencia de las acciones, al momento en que uno compra un bono uno sabe la tasa de rentabilidad que va a obtener porque todos los flujos futuros son conocidos.
Mientras mayor sea la tasa que el mercado le exige a un bono, menor será el precio del bono.
Y mientras menores sean las tasas, mayores serán los precios.
Conclusión
Los bonos son menos riesgosos que las acciones porque tienen preferencia económica dentro de una compañía (la deuda se paga antes). Sin embargo, ese menor riesgo conlleva un menor retorno esperado (el ETF AGG y BND al momento de esta publicación tenían un Yield To Maturity de 1,5% aproximadamente).
A diferencia de las acciones, uno puede saber exactamente la rentabilidad que se obtendría al invertir en un bono si lo mantiene hasta su vencimiento porque los flujos futuros son conocidos.
Sin embargo, aunque los bonos son menos riesgosos, de todas formas tienen algunos riesgos. Uno de ellos es el Riesgo de Crédito, que es básicamente el riesgo de que la compañía no pueda pagar los intereses y el principal.
Espero que esta introducción a los bonos te haya parecido interesante. En otros artículos profundizaremos más en este tipo de instrumentos!
Oye. Muchas gracias. Excelente artículo.
Gracias Melani!
Super, gracias por lo claro y útil de tu artículo.